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Fuente: ENGORMIX

www.engormix.com

Fecha: 11 de Abril de 2022

Autor: Federico Etcheverry

a capacitación y el entrenamiento del personal es un requerimiento fundamental en cualquier fábrica de alimentos balanceados. La Dirección de la empresa debe proveer todos los recursos necesarios para que el personal trabaje de forma segura, garantice la calidad de los alimentos y cuide el equipamiento utilizado en el proceso productivo. Esto permite no solo optimizar los costos, sino también generar un buen ambiente laboral.
Es habitual que la capacitación consista tan solo en una serie de “charlas” o reuniones informativas. Pero establecer un “programa de capacitación” requiere algo más.
Lo primero que debemos definir es cuales son los conocimientos o competencias que el empleado debe tener para cumplir su función. Esta etapa comprende el “por qué”, “qué” y a “quién” capacitar. Hay temas que son imprescindibles para un operario de planta, como los inherentes a la seguridad, y otros que son sustituibles, como el mantenimiento si lo realiza un tercero y no el personal propio.
En plantas grandes puede organizarse al personal por sección. Un primer concepto que deberá considerarse es si capacitamos solo para las tareas específicas de ese sector o para todo el proceso productivo. Si bien la primera opción puede demandar menos tiempo y recursos dedicados a la capacitación, no permite que el empleado comprenda lo que pasa antes de su intervención ni cómo su labor afecta a la siguiente etapa del proceso productivo. En plantas pequeñas, es habitual que todos deban saber hacer todo.
Luego estableceremos la capacitación en si. Debemos considerar el “dónde” y “cuándo”, ya sea para una capacitación presencial o virtual. Las capacitaciones teóricas pueden realizarse de manera virtual, en un aula o sala de reunión, o en la propia planta industrial. Si se opta por este último caso, debe considerarse el ruido y las condiciones ambientales, para garantizar la comodidad requerida para el proceso de capacitación. Si fuera virtual, también debe considerarse si todos los empleados acceden a dispositivos para tal fin y si manejan la tecnología. También debe definirse la frecuencia de la capacitación, ya que temas de alta sensibilidad pueden requerir repetirlo todos los años e incluso varias veces en el año.
Un tercer aspecto que debe considerarse es la evaluación de la capacitación impartida. Todas las normas de calidad y seguridad requieren que se compruebe que el participante haya aprendido la temática. Ya sea con una evaluación escrita u oral, debemos asegurarnos de que se dominen los conceptos. Más allá de la evaluación, también resultan muy efectivas la utilización de técnicas como el rol play o la revisión de los conceptos con un caso práctico en la fábrica. Estas estrategias contribuyen a reforzar los conceptos teóricos.
Y finalmente, archivar los registros de la capacitación, para cumplir con los requisitos de las normas y para concientizar a los operadores que el “yo no sabía” no es una explicación valedera.
Diseñar un programa de capacitación requiere tiempo y trabajo en equipo. Deben participar los expertos en la temática, el área de recursos humanos y en algunos casos, algún representante del equipo de trabajo que será entrenado, quien generalmente conoce a fondo la problemática y necesidades del día a día de la operación.
Un buen programa de capacitación contribuye a desarrollar al personal, maximizar la productividad y optimizar el resultado económico. No debe ahorrarse tiempo ni recursos en establecerlo.