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Fuente: OIE
www.oie.int
Fecha: 20 de Septiembre de 2018
Las enfermedades animales están entre los factores más limitantes de la producción ganadera. Su impacto puede variar de una caída en la productividad y un acceso restringido a los mercados a la eliminación de todo un rebaño o manada y, por lo tanto, generar graves consecuencias económicas. En algunos casos, las enfermedades animales también constituyen una amenaza para la salud de las personas.

La implementación adecuada de los principios de bioseguridad puede prevenir la transmisión de agentes patógenos a los animales, seres humanos y al entorno, tal y como lo detallan las normas y las directrices de la OIE. Estas medidas, entre las que figuran las buenas prácticas ganaderas y el control de los desplazamientos de los animales y de sus productos derivados, resultan fundamentales a la hora de prevenir y contener los brotes.

En el marco de la 28.a Conferencia de la Comisión Regional de la OIE para Europa, llevada a cabo en Tiflis, Georgia, del 17 al 21 de septiembre de 2018, se presentaron los resultados de una encuesta1 sobre la aplicación de la bioseguridad en los distintos sistemas de producción a nivel individual, nacional y regional. Las conclusiones del estudio muestran que, en materia de bioseguridad, la gran mayoría de los países encuestados posee una legislación nacional apropiada (94,87 %) y planes de acción ejecutados (92,31 %). Sin embargo, solamente la mitad de los participantes indicó que sus países cuentan con los fondos nacionales necesarios para respaldar la implementación de medidas de bioseguridad o buenas prácticas ganaderas (53,85 %).

Asimismo, si bien en Europa los planes de bioseguridad se implementan con mayor frecuencia en los sistemas comerciales de producción de aves de corral y de cerdos, la encuesta destacó la necesidad de mejorar la bioseguridad en las producciones de traspatio y en los sistemas no comerciales que pueden cumplir un rol esencial en la propagación de las enfermedades.

Frente a los desafíos actuales en materia de sanidad animal, todos los países deben mantener la vigilancia. Basta recordar los casos recientes de peste porcina africana notificados en numerosos países europeos, al igual que en China, con consecuencias devastadoras (consultar el sistema WAHIS para acceder a la última información). En ausencia de una vacuna eficaz, este escenario representa un desafío en el que se vuelve esencial poner en práctica las medidas de bioseguridad recomendadas por la OIE tanto en las explotaciones como en los puntos de entrada del país, sumado a otras medidas como la vigilancia sanitaria y la detección temprana. La implementación de los requisitos de bioseguridad no solo involucra a los veterinarios, sino también a otros actores como los cazadores, ganaderos y transportistas.

La influenza aviar representa otra preocupación que debe considerarse ante la llegada del invierno, estación asociada en general a un incremento del riesgo. Aunque las aves silvestres cumplen una función de reservorios y vectores del virus, otros factores de transmisión también pueden ser importantes a menos que se apliquen las debidas medidas de bioseguridad. Como ejemplo de buenas prácticas, en la encuesta se describieron los procedimientos de limpieza y desinfección, la gestión de los flujos entrantes y salientes, las medidas de protección frente a la fauna silvestre y los requisitos de trazabilidad.

La capacidad de los países para implementar las medidas de bioseguridad en sus territorios es crucial. Invertir en la formación adecuada y en la concientización de todos los sectores implicados es una responsabilidad de las autoridades nacionales para poder cambiar los comportamientos y mejorar la eficacia de los programas de control sanitarios.

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