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Fuente: ALBEITAR
www.albeitar.portalveterinaria.com
Fecha: 16 de Agosto de 2018
Autor: Gonzalo Palomo Guijarro, Doctor en Veterinaria, Universidad de Extremadura
Las bacterias del género Salmonella son bacilos cortos, gramnegativos, normalmente móviles, no esporulados, anaerobios facultativos, lactasa y oxidasa negativos. Su principal reservorio es el intestino de los animales homeotermos y poiquilotermos, sean domésticos, de compañía o silvestres. Es decir, colonizan indistintamente a mamíferos, anfibios, reptiles, aves o insectos (Palomo et al . 2013). La gran mayoría de los animales son portadores asintomáticos, que liberan salmonelas en el medio ambiente a través de las heces, las cuales crecen en un amplio rango de temperaturas (desde 7 a 48 °C), de pH (4 a 8) e incluso con una actividad de agua superior a 0,93. Estas características confieren a las salmonelas una gran capacidad de resistencia (hasta 9 meses) y multiplicación en el medio, lo que dificulta el control de su proliferación y, por tanto, de contagio tanto a otros animales como a las personas (Old y Threlfall, 1998).
La salmonelosis es la denominación genérica con la que conocemos los procesos producidos por estas enterobacterias, adquiriendo en algunos casos nombres específicos como fiebres tifoideas y paratíficas humanas o pullorosis aviar. Un animal o persona infectada, aunque puede presentar diversos cuadros patológicos: fiebre, infecciones localizadas o incluso septicemias; suele sufrir más frecuentemente un proceso gastroentérico que puede acabar con la vida del paciente en 25 de cada 10.000 casos (EFSA, 2017).
En los países más desarrollados, la salmonelosis humana es una zoonosis cuya patogenia más habitual es la gastrointestinal mientras que en los países en desarrollo son más habituales las formas infectocontagiosas tifus y paratifus, o fiebre tifoidea y paratifoidea. A principios de la década de 1990, el tifus causaba 16,6 millones de casos anuales con una mortalidad del 3,6 % y, aunque su incidencia aumentó hasta 21,7 millones de casos estimados, su letalidad disminuyó al 1 % en 2000.
Sin embargo, las salmonelas no tifoideas siguen siendo la causa más importante de toxiinfecciones alimentarias con 93,8 millones de casos estimados anualmente, de los cuales 155.000 supondrían la muerte del paciente (Majowicz, 2010; Pang et al . 1995).
Por todo lo anterior, la Organización Mundial de la Sanidad Animal advirtió a principios de este siglo que los microorganismos del género Salmonella , junto con otros agentes patógenos infecciosos causantes todos de enfermedades gastrointestinales, son una de las primeras causas de morbilidad y mortalidad mundiales (Schlundt et al . 2004). La Comisión Europea, en el marco de las estrategias recogidas en el Libro Blanco de la Seguridad Alimentaria (CE, enero 2000) impulsó un primer plan transversal de control de las toxiinfecciones alimentarias, empezando por la salmonelosis. En ese sentido, la Directiva 2003/99 fija como objetivo prioritario la mejora de la bioseguridad y de la monitorización que deberá abarcar toda la cadena alimentaria: “desde la granja a la mesa”.
Y si bien hasta hace una década la salmonelosis pasaba por ser la zoonosis de transmisión alimentaria más frecuente de Europa, se ha producido una disminución significativa de su prevalencia desde los 73 casos confirmados/100.000 habitantes en 2000 a los 21,9 de 2012, con una disminución menos acusada desde entonces hasta los 20,4 casos de 2016 según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, 2010, 2017). ¿Se debe esta disminución de contagios en personas a los programas de control de las salmonelas en las granjas avícolas?
Los serotipos de mayor trascendencia son Typhimurium y Enteritidis
De los 2.500 serotipos en que se pueden clasificar las distintas bacterias de la subespecie Salmonella enterica subespecie enterica , son Typhimurium y Enteritidis los que más relevancia tienen a efectos de salud pública y, por tanto, han sido los prioritarios para su control en granja en tanto en cuanto no todas las serovariedades infectan cualquier especie. Hay serovariedades específicas de especie, como Pullorum o Gallinarium para aves de corral o Typhi y Paratyphi para las personas; adaptadas a un hospedador pero no exclusivamente: Dublin en vacuno y Choleraesuis en porcino; o bien ubicuas que, aún con una mayor prevalencia en determinadas especies ( S . Typhimurium en cerdo, S . Enteridis en aves) pueden infectar a otras con relativa facilidad (Domínguez y Téllez, 2010).
Los alimentos más frecuentemente implicados en la transmisión de estas bacterias son los ovoproductos (debido a la transmisión transovárica del serotipo Enteritidis) seguidos por las carnes de cerdo (Typhimurium) y pollo (ambas serovariedades). Messens y colaboradores, del panel de expertos en riesgos biológicos de la EFSA, establecieron en 2013 que un 4,5 %, 65,0 %, 28,2 % y 2,4 % de los casos reportados de salmonelosis no tifoidea humana se podrían atribuir al consumo de carne de pavo, huevos, cerdo o pollo, respectivamente.
Se ha detectado una disminución estadísticamente significativa de la prevalencia de S . Enteritidis muy acusada desde 2008 hasta 2012 y luego ya estable por debajo de un 60 % de los casos hasta 2016. Por su parte, Typhimurium ha pasado en ese periodo inicial de aumentar su importancia epidemiológica en la clínica humana a disminuir también su prevalencia. En 2006 los casos confirmados como S . Typhimurium en la UE fueron un 20,7 % respecto a los de S . Enteritidis, mejorando la relación para la primera serovariedad a un 25,5 % en 2007 y un 37,7 % en 2008. Sin embargo, en términos globales Typhimurium también ha disminuido su prevalencia desde un 21,9 % de los casos en 2008 a un 13,6 % en 2016 (EFSA, 2010, 2017).
Planes de vigilancia y control
Atrás quedaron las exitosas campañas de erradicación de S . Gallinarium y S . Pullorum, causantes de la tifosis aviar y la pullorosis, consecuencia de la intensificación avícola de la segunda mitad del siglo pasado y cuya repercusión era económica por las pérdidas de producción que ocasionaron (Hernandiz, 2007). En las últimas décadas del siglo XX, el nicho ecológico de ambas serovariedades fue ocupado por S . Enteritidis, presente en el 34,2 % de los lotes de aves testados en 2008 en la UE como se observa en la figura (EFSA, 2010). Consecuentemente, los primeros programas de control de la salmonelosis auspiciados por la UE han sido dirigidos a la avicultura con un primer Reglamento 2160/2003 que desarrolla la directiva 2003/99, ya citada sobre vigilancia de zoonosis y agentes zoonóticos. Posteriormente, el Reglamento CE 1003/2005 fijó los objetivos de prevalencias para los cinco serotipos considerados prioritarios (Infantis, Hadar y Virchow se suman a Enteritidis y Typhimurium para granjas de reproductoras). Fruto de aquel reglamento, en España comenzó el primer Programa Nacional de Control de la Salmonella en 2007 (reproductoras) incorporándose al programa del año siguiente los objetivos marcados por la Comisión sobre explotaciones avícolas de puesta y carne (Reglamento CE 1168/2006). Estos reglamentos sufrieron luego una adecuación para gallinas reproductoras (R. CE 200/2010), de puesta (R. CE 517/2011), broilers (R. CE 200/2012) y pavos de cría y engorde (R. CE 1190/2012).

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