Fuente: ENGORMIX
Fecha: 16 de Junio de 2021
Autor: Insaf Riahi, Especialista técnico de Adiveter
Micotoxicosis en porcino
La presencia de micotoxinas en alimentos y piensos es prácticamente inevitable debido a su estabilidad y su presencia ubicua. Como el porcino se considera una especie muy sensible a las micotoxicosis; la exposición a las micotoxinas tiene efectos adversos sobre parámetros metabólicos, productivos, reproductivos, digestivos, inmunológicos y de bienestar, e incluso puede suponer la muerte en casos graves (Chaytor et al. 2011). Los efectos de las micotoxinas en los cerdos u otras especies dependen de la micotoxina ingerida (tipo, concentración y duración de la exposición). Depende también de la raza, la edad, el sexo y el estado de salud del animal de destino y de factores ambientales como la gestión de la explotación, la bioseguridad, la higiene, la temperatura, etc…
Generalmente, en varias especies animales, las micotoxinas se absorben rápidamente tras la ingestión. Puede ocurrir la transmisión de micotoxinas al calostro y la leche de las cerdas a sus lechones (Trevesi et al., 2020). En cerdos, los estudios sobre este punto son escasos en comparación con los estudios de transmission a la leche de vaca, especialmente para las aflatoxinas y sus metabolitos. En un estudio reciente, se ha demostrado la transmisión de zearalenona (ZEA), deoxinivalenol (DON) y sus derivados de cerdas a lechones durante la lactancia (de Grave et al., 2021). Además, se ha descrito de la transferencia de DON al calostro de cerdas alimentadas con dietas contaminadas de forma natural que contienen dicha micotoxina en niveles que oscilan entre 60 y 438 ppb (Trevesi et al., 2020).
En nuestro laboratorio se han analizado muestras de pienso de cerdas de dos granjas comerciales externas (granja 1 y granja 2) como la principal vía sospechosa de exposición de los lechones a una posible micotoxicosis. Este análisis se llevó a cabo mediante cromatografía líquida acoplada a un detector de espectrometría de masas en tándem del tipo triple cuadrupolo. Se detectaron dos o tres micotoxinas en cada muestra de pienso analizada, principalmente fumonisina B1 (FB1) y DON a bajas concentraciones (Tabla 1).
Tabla 1: Análisis de micotoxinas en las dietas de cerdas
* DON: deoxinivalenol; FB1: Fumonisina B1; T-2: toxina T-2
Además, se ha analizado un pool de hígados de lechones recién nacidos de cada una de estas 2 granjas para detectar los biomarcadores de exposición a micotoxinas. Este análisis se llevó a cabo mediante cromatografía líquida acoplada a un detector de espectrometría de masas en tándem del tipo triple cuadrupolo. En hígados de lechones de la granja 1, se ha detectado tanto OTA como AFB1 y solo OTA en el pool de la granja 2 (tabla 2). La detección a bajas concentraciones podría reflejar los procesos ADME (Absorción, Distribución, Metabolismo, Excreción) de dichas micotoxinas en los lechones.
Tabla 2: Análisis de micotoxinas en hígados de lechones
* ZEA: zearalenona; α-ZEA: alpha-zearalenol; β-ZEA: beta-zearalenol; ZA: zearalanona; α-ZA: alpha-zeralanol, β-ZA: beta-zeralanol; AFB1: aflatoxina B1; AFM1: aflatoxina M1; FB1: fumonisina B1; OTA: ocratoxina A; OTB: ocratoxin B; DON: deoxinivalenol; DOM-1: deepoxideoxinivalenol
** LQ: límite de cuantificación; *** ND: no detectado
AFB1 y OTA: cinética y efectos tóxicos en lechones
En los hígados se ha detectado AFB1 y OTA, lo cual indica que los animales han estado expuestos a estas micotoxinas. Dichas micotoxinas no se han detectado en los piensos, probablemente porque es muy difícil detectar “los puntos calientes” de contaminación en las materias primas y piensos, pues la distribución de las micotoxinas es muy heterogénea. Es por este motivo que las analíticas de hígados son una alternativa muy interesante para confirmar posibles problemas atribuibles a micotoxinas.
Las aflatoxinas B1, G1 y M1 pueden estar presentes en la leche de la cerda (Silvotti et al., 1997). Se han demostrado daños en linfocitos y macrófagos en lechones expuestos a aflatoxinas (a través de la exposición de las cerdas), lo que provocó inmunosupresión y efectos patológicos, inhibiendo la biosíntesis proteica (Silvotti et al., 1997). Además, se han notificado varios casos de “carry-over” de AFB1 en hígado, músculos, riñones y tejido adiposo (Völkel et al., 2011).
La OTA es una micotoxina nefrotóxica cuyos efectos tóxicos sobre la salud animal están fuertemente influenciados por sus parámetros cinéticos (toxicocinéticos y toxicodinámicos) (Battacone, 2010). En sangre, casi toda la OTA se une fuertemente a las proteínas séricas, en particular a la albúmina, lo que contribuye a una vida media alta, de varios días en el caso de los cerdos (Tolosa, 2020). Además, los residuos de OTA pueden encontrarse en suero y en tejidos animales como riñón, hígado y músculo y, por lo tanto, pueden estar presentes en la carne y los productos animales, lo que representa un problema de seguridad alimentaria.
En conclusión, se puede producir la transmisión de micotoxinas de cerdas a lechones vía leche y, para la buena gestión de este riesgo será conveniente utilizar agentes detoxificantes de micotoxinas para reducir y prevenir los efectos tóxicos de las micotoxinas en los animales.